Dicho sea de paso: El pacto de la simulación.

Por Fernando Urbano Castillo Pacheco.

 

En la obra Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, hay un pasaje en el que recuerdo, Alicia pregunta: “¿Quieres decirme, por favor, qué camino debo tomar para salir de aquí?” -y el gato responde- “eso depende mucho de a dónde quieres ir.” Poco me preocupa a donde ir, dice Alicia. Entonces poco importara el camino que tomes –replicó el gato”

 

Hace unos días, en la residencia oficial de los Pinos, se firmó, en presencia del Presidente Peña Nieto –y a iniciativa de él- el Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y la Protección de la Economía Familiar, un acuerdo que nos recuerda la política de pactos de los años 80’s, con el aderezo del sello de esta administración: la contradicción, la carencia de estrategia y la confusión de objetivos. Firmar este acuerdo o hacer cualquier otra cosa, da lo mismo, cuando no se entiende el problema ni se tiene clara la solución.

 

El acuerdo, que es un nuevo compilado de buenas intenciones, tiene puntos tan contradictorios, como el hecho de plantear como objetivo el evitar incremento de precios y asegurar en otro punto que se desarrollarán acciones para favorecer el libre mercado; en la economía de libre mercado, los precios los define éste y no se puede tratar de implementar políticas para controlarlos.

 

Se busca el lucimiento mediático, asegurando que los mandos superiores verán reducidos sus sueldos en un 10% y que se ejercerá el presupuesto de manera austera y responsable. Hay análisis que señalan que el ahorro por esa disminución salarial apenas alcanzará los 500 millones de pesos, cuando lo verdaderamente necesario es la revisión de la plantilla laboral del gobierno adelgazando la nómina, evitar duplicidad de funciones y eliminar una serie de privilegios y lujos para los tres poderes de la unión. Nadie puede oponerse a que los funcionarios tengan buenos salarios, si tienen talento que puede ser codiciado en la iniciativa privada, lo que irrita son los abusos y las  prebendas que se pagan con los impuestos de quienes están al otro lado de la enorme brecha que cada día se ensancha.

 

Combatir la corrupción y ejercer responsablemente el presupuesto no puede ser fruto de un acuerdo, pues es la obligación legal que en este sexenio se ha incumplido constantemente. Año con año se ha dicho que habrá recortes en el presupuesto y cada reporte de hacienda indica que hay sobre ejercicios del mismo. Este punto equivale a que el zorro diga que va a vigilar y proteger el gallinero.

 

Lo referente a que se permitirá la libre importación de productos de la canasta básica, cuando se detecten aumentos injustificados en los mismos, es un absurdo que se olvida de que con el tipo de cambio actual, la libre importación no implica, necesariamente, una baja en los precios.

 

No es creíble que se comprometan a un incremento del poder adquisitivo, cuando en este sexenio, y según un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, en lo que va de este sexenio –antes del incremento a las gasolinas y la ola de aumentos que desencadenó- el poder adquisitivo del mexicano ha disminuido en 11%. No podemos esperar una mejora de quienes en cuatro años, han hecho patente su incompetencia.

En octubre, una canasta de 40 alimentos considerados básicos por el CONEVAL, sin incluir los costos de preparación de los mismos, renta, transporte, vestido y calzado, costaba 218 pesos diarios, cuando el salario mínimo era de 73.04 pesos.

 

El país necesita mucho más que buenas vibras y buenas intenciones. No se van a crear empleos, ni mejorar los salarios por decreto, el paso necesario es una adecuada reforma fiscal que permita la disminución de las tasas impositivas y la ampliación de la base de contribuyentes, no es posible seguir sosteniendo los ingresos del gobierno en el contribuyente cautivo. Hay que favorecer la productividad mediante bonos por ésta, que no estén sujetos al pago de impuestos. Así se fortalecerá la economía familiar y el crecimiento económico y no con ideas vacías.

 

El gobierno debe de ejercer el gasto de manera eficiente, eliminando la duplicidad de programas sociales, que deben también de vigilarse para evitar su uso clientelar, electoral y deshonesto.

Obviamente es necesario el pugnar por el restablecimiento del Estado de Derecho e Iniciar un combate frontal y efectivo contra la corrupción.

 

Los acuerdos del gatopardismo no llevan a ningún lado y el problema no se solucionará si no se le identifica. El acuerdo firmado nada significa pues no hay un objetivo claro de lo que se quiere lograr, por ello es intrascendente. Lejos de ser una solución, el pacto fue una simulación.

 

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