Los esteroides, un lastre para el deporte y la vida
Por Yelena Rodríguez Velázquez
La Habana (PL).- Para quienes no son aficionados a los deportes ni tienen preferencia por algún atleta, Barry Bonds, Marion Jones, Lance Armstrong o Ben Johnson pueden parecer nombres escogidos al azar. Sin embargo, un aspecto significativo coincide en la vida de estos personajes.
El primero es que todos son reconocidos exatletas, condecorados en grandes competiciones; y el segundo, el hecho de estar vinculados con el uso de esteroides para hacer trampas y ganar trofeos.
Pero, no son ellos los únicos que figuran en la extensa lista de dopados.
Los esteroides profanan el deporte desde hace décadas y, como consecuencia destruyen la carrera de muchos deportistas, salpicados por acusaciones o uso de sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento.
Pero el consumo de esteroides no es solo un burdo intento de hacer trampa para ganar dinero, conseguir el éxito o inflar estadísticas.
Un ejemplo nocivo de esta práctica fue lo que sucedió con la venezolana Fannie Barrios, quien se convirtió en campeona nacional de fisicoculturismo en 1997 y 1998; y conquistó los torneos del 2001 y 2002.
Estos logros, sin embargo, no los pudo disfrutar por mucho tiempo, producto de un derrame cerebral a los 41 años cuando aún parecía estar en forma deportiva.
Situaciones similares ocurrieron con la atleta Florence Griffith Joyner, la plusmarquista mundial de la velocidad pura; Kimbo Slice, luchador urbano de artes marciales mixtas; además del curioso caso de Candice Armstrong, una mujer que en su afán de ser fisiculturista casi se transformó en hombre.
“Los esteroides me convirtieron en hombre”, dijo en una ocasión Candice.
Y la lista es más larga. La obsesión por los esteroides es un mal que a diario se expande entre quienes desean romper récords o simplemente tener un cuerpo más atlético con menos tiempo de gimnasio.
La predilección por esos suplementos es el poderoso efecto que tiene en el incremento de la masa muscular. Al consumirlos se suprime la producción natural de testosterona (hormona masculina que juega un papel imprescindible en la reproducción sexual) y en su lugar actúa la que nos facilitan los productos químicos.
EVIDENCIAS CIENTÍFICAS
Un estudio realizado por el profesor Antonio Bonetti y un equipo de la Universidad de Parma en Italia confirma que los hombres fisicoculturistas que consumen esteroides anabólicos tienen riesgo de sufrir problemas sexuales, cardiopatías y de fertilidad.
La pesquisa fue realizada a hombres devotos del gimnasio y reveló una reducción en los niveles de hormonas masculinas, del tamaño testicular y la cantidad de espermatozoides en aquellos que usaban fármacos en píldoras o inyecciones.
Los investigadores registraron alteraciones psicológicas graves, además de problemas conductuales y de relación. Algunas de los más habituales fueron la falta de motivación durante el entrenamiento y el trabajo, apatía, depresión, agresividad, efecto rebote tras la suspensión de las drogas, síntomas de paranoia y problemas familiares.
Según Bonetti, la modificación más importante fue la alteración del perfil lipídico asociado con un aumento del riesgo cardiovascular. Esto tiene lugar -explicó el profesor- porque el consumo de esteroides reduce los niveles de colesterol HDL y de la proteína Apo-A1, y esta reducción está asociada con el aumento del riesgo de infarto.
En las mujeres otros estudios muestran efectos irreversibles como la alopecia, el agrandamiento del clítoris, alteraciones en la menstruación, atrofia de la mucosa vaginal y gravedad de la voz.
Pese a los esfuerzos por combatirlos, actualmente para los atletas aparecen nuevas drogas que pasan sin detectarse en los controles antidoping y para los aficionados llueve la propaganda que silencia sus mortíferos efectos.
En general, la recomendación de expertos es explotar la producción normal de hormonas en el cuerpo sin acudir a fuentes exógenas porque, lo que puede empezar como un suplemento dietético, podría poner fin a la vida.