La fragilidad irreversible del ser humano

Brenda Trujillo

Esta reflexión es muy especial para la época decembrina, dirigido a aquellos que se fueron y también para los vivos que nos resistimos a ser tan frágiles. Todos sabemos hasta la saciedad que nos moriremos, conforme vamos creciendo comprendemos el ciclo natural del humano: reproducirse, nacer, vivir… morir

La forma en la que vivas ya es otra cuestión; sin embargo, para permanecer en este planeta hay que saber cómo hacerlo de acuerdo al contexto. La vida es una delicia y una desgraciada, el placer de ser, sentir, pensar, proyectar, idear, cumplir algunas metas que no creíamos posibles, es fantástico.

Pero, el lado negro de la existencia, es que en cualquier momento podemos caer muertos por sinfín de causas: una caída, un balazo, un choque, un paro cardíaco, una pelea, un resbalón, ahogado, quemado, asfixiado o de forma accidental… Las razones no paran. Es por ello que la sociedad intenta proteger los unos a los otros, eso es lo que debe hacer, pero también hay mucho deseo de hacer daño al prójimo y he ahí es cuando tenemos que cuidarnos de nuestros hermanos humanos. Eso es lo más terrible.

Podemos resistir mucho, a la pobreza, a las grandes desilusiones emocionales, sociales, profesionales o a las grandes guerras. Pero no es suficiente, queremos más, por eso la imaginación es nuestra aliada, creamos superhéroes o personajes poderosos mediante las bellas artes, construimos aquello que sabemos que “no podría existir”, pero que nos gustaría que se hiciera realidad.

De este modo, nos cuesta creer que estamos destinados a un final, el cual se desconoce cómo será, si alguien supiera cuando y de qué forma tampoco estaría contento, les pasa algo similar a los enfermos terminales, quienes tienen un plazo aproximado de lo que durará su enfermedad y están conscientes de lo que les pasará.

Se torna complicado cuando una persona no acepta su fragilidad y se considera un “Poseidón“, aquel que aborrece cualquier anomalía de su cuerpo y lucha por sobrevivir con miedo y furia. Se siente muy seguro por la fortaleza que adquiere, pero odia su propia debilidad e intenta hacer caso omiso de ella; no obstante, puede resultar contraproducente.

Estamos hechos de carne y hueso, hasta el momento no sabemos si existen otros seres en los distintos planetas, nos da curiosidad enterarnos, podrían ser mejores o peores que nosotros. Sin embargo, las ciencias y el arte pretenden que el humano se perfeccione.

En la actualidad corremos el riesgo de que no sea así, porque en el afán de que el individuo se halle en un mundo más tecnológico para que evolucione, en algunos casos se está paralizando e idiotizando. Las generaciones de los últimos 15 años no están siendo mejores que las anteriores. Así que está bien luchar contra la fragilidad y no resignarse, a sabiendas que hay factores que no podemos cambiar, pero desde un principio es bueno prevenir ya que hay daños irreversibles.

Es necesario aprender del que ya se fue, aún así, podemos acumular un cementerio y no adquirir ningún aprendizaje. En fin, alguna vez en la vida hemos llegado a pensar que es nuestro último día de vida, o quizá la calaca se siente muy cerca de nosotros y es una compañera, y otros nunca se la imaginan y de repente ¡Zas! ¡Mueren!

Aún así el típico dicho sale a relucir, el cual en ocasiones puede ser verdad, “cuando te toca ni aunque te quites y cuando no te toca ni aunque te pongas”.

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