Pudor, impudicia o liberación del cuerpo humano

Por Brenda Trujillo

Preámbulo

¡Qué impudicia! Se exclama cuando un hombre o mujer se comporta con desinhibición. ¿Qué es el pudor? Es la reserva que se tiene ante la desnudez o circunstancias que se consideran íntimas o propias.

Ejemplificando: los espacios que se crean para las necesidades básicas, la división de vestidores para caballeros y damas, prohibición de relaciones sexuales en lugares inapropiados, mantener la postura y respeto ante el público. El pudor es solicitado por la reglas de la sociedad. Así que cuando alguien realiza prácticas contrarias a esta predeterminación es impúdico.

En sondeo general, la gente dice sentir pudor, pero de igual forma, en secreto, actúan atrevidamente en zonas conocidas. Suena incoherente, pero es verdad. Unos novios abiertamente manifiestan su desacuerdo en proceder inadecuadamente como besos, fajes, entre otras caricias en lugares concurridos.

Cuando se encuentran únicamente ellos en sectores abiertos y solitarios, empiezan a adoptar esos comportamientos que reprobaban, corren el riesgo de ser descubiertos.

Este par de jóvenes ¿Ejercen la doble moral o es válido obrar así porque no son vistos? ¿Lo público significa sólo cuando son observados por la audiencia? Cuestionamientos entran en juego cuando se habla de pudor. La juventud y las personas que se conducen silenciosamente se origina por el temor de que serán recriminados o castigados por las respectivas autoridades, pero no creen fielmente en lo establecido.

Derivaciones y repercusiones

De acuerdo a la estructura, el pudor se magnifica; no obstante, carece de sinceridad, se cumple el patrón conductual: “entre más prohibición más deseos de hacerlo”. El recato, a veces, es indispensable. ¿Por qué? Hay situaciones que únicamente se quieren realizar en la privacidad, con aquellos que se les asigna una confianza (entre familia, amigos, pareja, compañeros de vivienda, etc.).

Sin embargo, no hay que exceder las raíces del pudor, también se vale ser abierto cuando se abordan esos temas, se comparten experiencias acerca de la intimidad, o se otorgan consejos e impresiones de este campo.

ATENCIÓN:

No hay que confundir esta apertura con la vulgaridad o morbosidad, ya que hay una pequeña diferencia. En la liberación de estas reservas se da por razones de la naturalidad humana, el hecho de erradicar el miedo a la desnudez, así como las acusaciones dirigidas a las mujeres cuando traen ropa corta, escotada o ajustada.

“Ellas son las provocativas” es el argumento de los hombres que pronuncian un halago o piropo grosero. Se denota lo siguiente: ellas quieren vestirse de esta manera, pero se abstienen constantemente por las voces y críticas del tumulto, y si deciden hacerlo son acechadas.

Este suceso se podría denominar como la negación, mofa de la naturaleza y carnalidad humana. El peor caso, el que ocurre frecuentemente en las mentalidades, es que hacen burla de lo que poseen ellos mismos. Es decir, en el momento en que al individuo le parece gracioso que otro hable deliberadamente de las manifestaciones y necesidades corporales, se revela la  falta de aceptación por sí mismo.

Esta postura es una máscara, por ello se expresan con un lenguaje obsceno y trivial, porqué es una forma de cubrirse.

El otro punto antagónico es el libertinaje, en el que no hay consideración mínima hacia los terceros, se cree que para disfrutar de cualquier placer se tiene derecho a todo. Dichas personas profesan el libre albedrío, pero puede ser mal orientado sino hay limitaciones, es menester entender que hay diversidad de juicios, en los que intervienen dogmas religiosos, costumbres, percepciones, traumas psicológicos y la educación recibida.

Estas son creencias y barreras que no permiten darse cuenta de la condición natural del humano, así como vinieron al mundo Adán y Eva, según la historia bíblica. La ropa y demás se crearon para la protección y cuidado de la piel, entre otros avances para el arreglo, estética y duración de la vida.

La materia del asunto sería buscar una estrategia para enseñar o transmitir comprensión a los recatados y libertinos. A los primeros, desechar la etiqueta de maldad ante la enseñanza y emancipación del cuerpo. A los segundos, recalcar la relevancia de la liberación con respeto, responsabilidad y sin exceder la línea del otro, provocando situaciones forzosas, violaciones o acoso. Es muy difícil mantener el equilibrio, pero la meta es la interiorización de la corporalidad.

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