La controversia del placer
Brenda Trujillo
¿Cuántas veces el cuerpo no ha sentido un cosquilleo ardiente que indica que debe ser tocado o tratado con cuidado para alcanzar una pulsación, un repunte o un orgasmo? ¡Es una característica particular del ser vivo! Los animales se aparean para reproducirse y sienten cierto tipo de satisfacción. También se ha discutido acerca de dicho punto, si el animal puede experimentar un verdadero clímax como el humano. Éste último posee una ventaja: tiene una y mil maneras de sentir ese regocijo genital, entre ellas predomina la creatividad, perversidad y necesidad.
Por consiguiente, aparte de las relaciones sexuales que unen a dos o más individuos, existe la tarea deleitable sin menester del otro.
Masturbación: Se le denomina a la estimulación de los órganos genitales para producir placer sexual, puede ser hacia uno mismo o hacia otra persona. De acuerdo a la definición de Sigmund Freud (padre del psicoanálisis), llama a esta práctica: “El vicio solitario, ya que el detonante para la excitación se encuentra en la imaginación”.
Engranajes y debates
Por un lado, la actividad es sucia y promiscua, cuando las personas la ejecutan con morbosidad o con el afán de molestar a terceros; transgreden su espacio. Desde otro lente, es muy beneficiosa para la salud, es ampliamente recomendable para la exploración del propio cuerpo.
Para poder conocer correctamente y sin reservas la entidad carnosa del otro se sugiere el autoerotismo. Es un término que abordó el padre del psicoanálisis. Él dice: Es la sexualidad en la que se prescinde de un objeto externo. Es decir, sin otro sujeto, artículo (penes artificiales, consoladores y más), se pone en juego la ingeniosidad de las extremidades para sentir, la mente es tan infinita que puede rebasar ciertos límites, generando multiorgasmos.
Uno de los estigmas sociales implementados: los hombres sí se masturban y hablan de ello, las mujeres no lo hacen, casi no dialogan del tema y niegan practicarlo, en caso de que sea afirmativo el comportamiento.
De acorde, a la observación entre ambos géneros, el masculino en un 75% sí comparte sus praxis de masturbación con sus comparsas, a veces con un toque de normalidad, misterio y conocimiento, pero en ocasiones con vulgaridad. Varía, dependiendo del contexto y las personalidades.
Las mujeres, en un 50% sí conversan de la temática y son sinceras. El restante porcentaje se avergüenza de ello, e incluso algunas aseveran que ellas no lo necesitan, pues tienen un hombre o mujer que las satisfaga. Particularmente, cuando se trata del género masculino se tiene esa creencia: la clave o el éxito del encuentro y placer sexual solamente lo puede generar un falo, las mismas mujeres pueden compartir ese pensamiento. Se convierte en un argumento cuestionable, pues se denota el encubrimiento de su justificación.
El aparato sexual masculino o cualquier cosa semejante no es la única fuente de placer carnal u orgasmo. Surge un dato interesante, aún en días actuales, en los que supuestamente hay más claridad en estos asuntos, las mentes continúan formulándose: en parejas o gamas lésbicas ¿Cuál es la llave de su excitación sino tienen la herramienta que la determina? Independientemente, del artículo humano o artificial que puede emplearse, hay muchos otros puntos erógenos y estimulantes que conducen a la descarga corporal.
Nuevamente, se hará hincapié en Sigmund Freud, pues en el tema de sexualidad infantil que abordaba denominaba lo siguiente: las niñas experimentan una especie de envidia cuando hay consciencia de su máquina reproductiva y la del sexo opuesto, de alguna forma anhelan su esteticismo, funcionalidad y observan más ventajas. Intervienen otros factores como la permisividad y concepción social hacia el varón. No es una condición general, en cuanto a la teoría de Freud, pero le ocurre a cierta proporción de mujeres.
Así que todo se deriva principalmente de la masturbación, todavía abundan los que no se atreven a decir que la practican abiertamente porqué temen la respuesta de su interlocutor, la imagen concebida y la reprobación. Tanto hombres como mujeres pueden ejercerla, de diversas formas y puntos. De hecho, se invita en las relaciones que antes de hacer contacto piel a piel, se contemplen como cada uno lleva a cabo el vicio solitario. La confianza y seguridad crecerá; por consecuencia, el goce será mayor en ambos o en el número de personas que estén concretando el acto.