Carta anónima de un/a amante desesperado/a
Es al separarse cuando se siente y se comprende la fuerza con que se ama.
Fedor Dostoyevski
¡Bonne nuit!
Tal vez, te parezca inesperada o sorprendente esta situación; el motivo de esta carta. Sin embargo, he estado pensando si es conveniente o no lo que te diré en las siguientes líneas. Nunca había hecho algo de esta índole; he decidido atreverme. Es necesario. La verdad es que te extraño muchísimo. Desde hace unos tres meses, he querido decirte que ha comenzado a nacer, dentro de mí, un sentimiento muy especial, confuso y tormentoso hacia ti, es extraño a la vez, pero real. El origen de ello no lo tengo muy claro; no obstante, tengo sospechas.
Sé que, seguramente, no puedo esperar reciprocidad, pero tengo que decírtelo, ya que si no lo hago es probable que, en los siguientes días, mi alma perezca. Llevo días pensándolo, meditando mi realidad. No deseo pedirte lo que no puedes ofrecerme, y tal vez no te lo imaginabas… ¿O sí?
Este sentimiento fue espontáneo e involuntario. Si tu jamás lo imaginaste, yo tampoco; hasta que empezó a fluir. Eres una chica que me atrae, especialmente por tu intelecto. Me gusta como piensas, a pesar de que, a veces, he notado ciertas discrepancias entre tus ideas y las mías; sin embargo, es indudable la solidez y fundamento que las rigen.
Es muy difícil expresar este tipo de sensaciones, sobre todo cuando uno mismo está frente a una barrera caótica. Al principio, no estaba plenamente segura, incluso en este momento, mi panorama se torna gris y ofusco. Desde hace unos seis años, tengo la certeza de mis gustos universales. Soy antagonista de las etiquetas y estereotipos, que encasillan a los comportamientos. Puede existir la flexibilidad y apertura en cada uno de ellos, el prototipo que los moldea no es una regla general.
En mis veinte años, me he enamorado profundamente de tres hombres y también de tres mujeres. Tú serías la tercera. No te asustes ante esa perspectiva, ya que mi propósito nunca ha sido generarte molestia. Al contrario, me place producirte sosiego, comodidad y alegría. Sé que no soy la persona ideal para ti, pero me gustaría serlo.
Cuando se murió mi abuelo y tú me ofreciste tu brazo, sentí un apoyo, así como una gran empatía y respeto por ti, cuando me contaste la tragedia de tu amado padre. Sentí una especie de conexión. En un inicio, disfruté mucho de tu compañía; las conversaciones que hemos tenido, los pequeños consejos, las burlas, el sentimiento de desprecio que compartíamos hacia gente indeseable y mediocre. Más adelante, aproximadamente en noviembre, se desarrolló un cariño distinto, un arrebato repentino y destructor, que últimamente me he visto obligada a reprimir, ya que mi interior se encuentra desesperado por manifestarlo, pero mi razón me detiene.
¡No cometas ninguna tontería, ni ninguna declaración precipitada!- me dice la voz de la cordura. La otra voz, la fogosa y esperanzada le contesta: ¡Ya no puedes seguir así! Día a día, te consume esa posibilidad, esa ilusión que vaga por tu mente a cada instante, cuando vas caminando por la calle, escuchando a todo volumen la música con los audífonos puestos en el celular. Observas detenidamente el cielo y de pronto, surge en tu cabeza ese pensamiento, el de ella, su imagen y un escenario en el que te hayas a su lado. Es muy posible, que en unos días, desfallezcas de locura y te doblegues ante una negra negativa. Pero debes tener el valor de decírselo. ¡Díselo!
Y aquí estoy; le hice caso a esa segunda voz. No sé qué repercusiones tenga, si buenas o malas, sólo espero poder liberarlo y que no me odies demasiado.
Debo mencionar que nunca había hecho una declaración de este tipo a nadie, ni a un hombre ni mujer, ni por este medio, ni por ninguno. Me siento impotente en este sendero, en el cual soy una caminante solitaria y mi objetivo (Mi deleite: Tú) puede ser mal correspondido. Mi mente te presta mucha atención, a cada detalle de tu persona, mi corazón es capaz de ofrecerte lo mejor de mí, y sinceramente, me sucede en casos extraordinarios, dado que soy muy hermética, pero es la excepción.
Una y otra vez, me he visto tentada a gritarlo, a declararlo sin miramientos. No valdrá la pena, al final y al cabo, hay secretos que nunca se dicen, que se llevan a la tumba- me he dicho a mí misma. He estado en una permanente batalla: ¿Se lo digo o no? He analizado las ventajas y desventajas, así como tus reacciones que, posiblemente manifiestes.
No quisiera perder tu amistad, es lo que menos deseo, y es una de las razones por las que me he demorado tanto en formularte mi agonía: por temor a perderte por completo. No puedo forzar la relación; si por esta confesión, tú ya no quisieras ser ni mi amiga, lo entenderé. Pero espero que tu nivel de compresión sea más elevado.
Soy enemiga de las cursilerías y del romanticismo barato, que hoy en día, está muy sobrevalorado. Es una gran farsa. Lo sabes perfectamente. Soy muy franca, y cuando comienzo a presentar este afecto, realmente, es muy profundo. Cuando es deseo o lujuria es más fácil. En ese caso, no haría falta una carta, o tal vez sí, pero estaría impregnada de connotaciones eróticas. Hay algo de ti, que me ha captado mi interés, es una especie de magnetismo, que me traslada a una dimensión espiritual e intelectual. Una onda de revelaciones, que ni yo me he atrevido a ahondar en ellas.
Cada día se torna más oscuro, el eco de tu voz resuena en mi cabeza, mientras camino, duermo o ejerzo cualquier labor. Si a lo lejos percibo que tus pisadas se aproximan, soy presa de la impaciencia y mi cuerpo arde en fuego lento.
No me he enamorado de un rostro, sino de una mente, de una idea, de un temperamento explosivo y agridulce.
Pasión destructiva, angustia agotadora, palabras vanas, pensamientos tormentosos que sólo me conducen a una parte: antipatía…
He soñado con un escenario: tú y yo, es una sala de estudio, compartiendo anotaciones, leyendo, escribiendo, maquinando un plan, una estructura para transformar ciertos aspectos de la sociedad. Nuestras mentes danzando como la de Raskôlnikov (personaje de Crimen y Castigo- Fedor Dostoyevski, libro que te he recomendado y ojalá muy pronto lo leas) formando un ideal, uno que sólo podríamos concretar tú y yo, juntas…
Otro escenario: En alguna reunión o evento de diversión, la conversación fluye, la música resuena en nuestros oídos; alguna melodía clásica, ochentera o de esas que nos gustan, el calor aumenta, las copas y las risas abundan. Nos encontramos al aire libre, con el claro de luna, una noche fresca y estrellada. Simplemente estamos allí, disfrutando de un instante, conviviendo con otros y con nosotras misma. No hay más. El ambiente es perfecto: airoso, cálido y abrasador…
En lo personal, es más sencillo, emprender una acción libidinosa. También me ha causado consecuencias severas, como ya te he platicado, pero eso ya es otra cuestión…
El tiempo me apremia, mis deseos me desechan el corazón y mi tentación se deforma cada vez más. Reitero, no me gustaría perder la relación que ya tengo contigo, pero lo dejo a tu criterio. Además, ya no nos vemos tan seguido como antes. Ese es un factor que me ha provocado mayor desconcierto, añoranza y angustia. Es el detonante de mi confesión.
No sé realmente qué pienses ante todo esto, me gustaría saberlo. Si es posible, charlarlo algún día, pero no sé qué tan preparada estés, si te sentirías incómoda o no. En ocasiones, últimamente, me he preguntado cómo surgió este ponzoñoso sentimiento; he hallado respuestas, empero a veces vacilo. Simplemente me gusta pasar rato contigo, independientemente de todo lo demás que te dicho. Es complicado. Reitero no quisiera perder la relación contigo, que para mí, se ha convertido en algo muy valioso y significativo…
Yo te quiero mucho más, no sé por qué diantres me importas demasiado (¡Oh!, jajaja) Mi sentir fue espontáneo, como un rayo de luz, potente y penetrador, recalcitrante e inevitable.
Considero que eres extraordinaria, que formas parte de mi vínculo, de mis personas más preciadas. Por mi sentimiento, puede que te sobrevalore o tal vez no. Siempre, en cualquier eventualidad, circunstancia, lo que sea puedes contar conmigo, incondicionalmente. Te lo aseguro. Con todo el pesar de mi dulce y tormentosa existencia, declaro: “que suceda lo que tenga que suceder”, pero que al final, como consuelo pueda afirmar: Je ne regrette rien…
¿Qué es el infierno? Yo sostengo que es el sufrimiento de ser incapaz de amar.
Fedor Dostoyevski
Je te adore…