SALARIO MÍNIMO, LA NORMALIZACIÓN DE LA MISERIA
Aída Espinosa Torres
“Todo sube menos los salarios”, se escucha continuamente en el mercado, en el transporte, en nuestras casas. Esta frase, lejos de ser un lugar común para justificar lo caro que está la vida, es una verdad comprobada y bajo registro. La clase trabajadora es quien más reciente esta situación, que se extiende a varias generaciones de mexicanos, a quienes, se les ha impuesto por décadas la normalización de la miseria.
De acuerdo con el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, la Canasta Alimenticia Recomendada (CAR) de uso y consumo diario para una familia de cuatro personas es de $218.00, la cual debería adquirirse con el salario producto de nuestro salario. Lo anterior lo contempla la Carta Magna, pero sabemos que esto en la práctica es imposible y por lo tanto inconstitucional.
El salario mínimo es de $73.00 y según el artículo 123, sección VI de la Constitución debería de “ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos.” Lo anterior quiere decir que con un salario mínimo sólo se puede comprar el 33.5% de la CAR (ver el Cuadro 1), debido a esta situación, afirma el estudio del CAM de la UNAM: el salario mínimo es inconstitucional.
Como se puede observar en el cuadro 1, que el salario no alcance ni para darle de comer a una familia, no es una situación exclusiva de 2016, ya que la tendencia en la cual el salario mínimo se encuentra por debajo del precio de la CAR, lleva ya varias décadas.
El CAM realiza un seguimiento de estos indicadores desde hace años, la canasta alimenticia recomendable no incluye gastos en pago de renta de vivienda, transporte, vestido, calzado, etcétera, sólo es la referencia de cuánto cuesta la adquisición de alimentos básicos.
La Canasta Básica fue definida por el Dr. Abelardo Ávila Curiel del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán y está conformada por 40 alimentos y su precio no incluye gastos en su preparación.
De los 52 millones de personas que son el total de la Población Ocupada en México, al menos el 69.3%, es decir, 36 millones de personas tienen ingresos menores a lo que la Constitución señala que debería ser el salario mínimo. En esta investigación denuncia la violación diaria de la Constitución y apela por los derechos de millones de mexicanos incapaces de cubrir las necesidades básicas.
Desde los años ochenta la caída del poder adquisitivo ha sido evidente e ininterrumpida, afectando por lo tanto la posibilidad de acceder a una mejor calidad de vida. La población es la única que debe arreglárselas para enfrentar y combatir las bajas salariales “trabajar jornadas más largas, trabajar con pésimas condiciones laborales, obtener más de un empleo, trabajar en la informalidad e incorporar al trabajo a tantos miembros de la familia como les sea posible.”
El reporte presentado por el CAM es el resultado del análisis de la evolución de los precios de productos básicos, en particular de la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) desde 1987 y hasta el 16 de octubre de 2016, fecha en la que su precio llegó a $218.06 pesos diarios, en contraste con el salario mínimo que para este mismo año fue de $73.04 pesos diarios.
ESCLAVITUD MODERNA
En un estudio anterior el CAM detalló que en los últimos 25 años, el poder adquisitivo del salario mínimo en el país perdió el 76.3 % de su valor. Por ejemplo, durante las últimas tres décadas con un salario mínimo se podían adquirir 50.9 kilogramos de tortilla, en 2012 el volumen cayó a 5.1; es decir ahora sólo se pueden comprar alrededor de 6 kilos, aproximadamente.
Con respecto al consumo de carne la CAM indicó que desde 1987 no ha dejado de subir el precio de la carne, pero a partir de 2006 ha sido inalcanzable, su precio empezó a ser mayor ($63.00) en comparación con el salario mínimo ($48.67), en 2015 el precio de la carne duplicó el salario mínimo de un día ($135.00). Es decir, hay que trabajar dos días de $70.00 para adquirir un kilo de carne.
Otras encuestas como las realizadas por Parametría informaron que siete de cada diez entrevistados (74 %), dijeron que el salario o sueldo que reciben y el total del ingreso de su hogar (en su mayoría más de un salario mínimo) no les alcanzan para cubrir sus gastos. Únicamente 3 % de los mexicanos indicó que con su salario le alcanza y que incluso podía ahorrar.
LA CARNE, FUERA DEL MENÚ
En la mesa de Rosario comen cuatro personas: sus dos hijas, su hermana y ella. Destina 100 pesos para la comida del día. La hija mayor de Rosario es la única que aporta para los alimentos, la otra paga luz, agua y teléfono. Lo que más le preocupa es que ella es la responsable de administrar el gasto y para que la familia coma. “Todo ha subido, sobre todo la carne, ya no la consumimos, mejor compro huevo, no es tan caro, pero su calidad es mala. El pollo lo comemos una vez a la semana. Yo compro unas patitas o unas alitas para mí, que soy la que más se limita”, afirma Rosario.
Laura García trata de ajustarse a la ayuda de Sedesol (mil pesos al mes) y destina de 30 a 35 pesos diarios para su comida. “El desayuno y la cena es aparte, compro leche de la Conasupo (Liconsa) me cuesta $22.00 los 4 litros. Hoy voy hacer de comer una sopa de verdura y un pico de gallo con tortillas”.
Doña Gisela definitivamente ya casi no compra carne, porque el kilo cuesta más de 100 pesos, si acaso, la consumen una vez a la quincena. “En mi casa somos tres adultos y tres niños, y los dos hombres son los que se encargan de traer el dinero para el gasto, aproximadamente me gasto, guisando sencillo, $150.00 diarios para la comida. Hoy por ejemplo voy hacer calabacitas con crema y queso, sin carne, claro…. leche tampoco compro, en el desayuno comimos café y huevo con cebolla, nada más”.
Teresa, quien atiende una cocina económica nos comenta que a muchos no les alcanza para comer el menú completo “me piden el caldo y como le pongo un huesito ya con eso se conforman, con un poco de frijolitos. En ocasiones me piden el caldo y arroz, el vaso de agua se los regalo. Me ha tocado que vienen a comer licenciados de las oficinas de gobierno y están contando los pesos porque no les alcanza”.
Susana Cortés, ama de casa, hace de comer para 5 personas, “yo casi no compro carne, hago verdura, pero a veces sale casi lo mismo, por ejemplo hago quesadillas de flor de calabaza o huitlacoche, que me cuesta en la Central de Abasto 10 pesos el ½ kilo y les pongo queso y hago una salcita, con una sopa y eso es lo que comemos”.
Entre una y otra historia, la lucha diaria es la constante. El reto es encontrar la manera de vivir y sobrevivir con menos, pero nunca nadie se le ocurrió contestar “si me bajan el sueldo, mejor me pongo a robar”, como lo declaró hace unos días nuestro senador Javier Lozano.