ONTOLOGÍA DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Público/Privado

La distinción entre “público” y “privado” es crucial para la existencia del modo de producción capitalista, una formación social donde rige el axioma: “vicios privados, virtudes públicas”. De esta distinción entre público y privado procede la conveniencia de establecer un contrato social o acuerdo común público para vivir en buena sociedad, sin guerra de todos contra todos. Un gran acuerdo público para legislar y gobernar lo público y lo privado, permitiendo que cada quien gobierne en forma libre lo privado que le corresponde, mientras ello no genere violencia o delito.

Lo público es lo que incumbe a todo mundo, es lo que nos otorga e impone la ciudadanía o mayoría de edad, lo que se gobierna como Estado. Lo público es lo que nos une y distingue como grupo social. Mientras que lo privado es lo que incumbe a cada quien para sí, es lo que vuelve un ser único y libre a cada persona humana, lo que nos separa e identifica como sujeto individual simple o yo (“Self”), todo aquello que hace de cada quien un ser soberano en sí mismo.

Lo público, la Carta Magna o Constitución, es un aporte de la burguesía; es lo que expresa y realiza la soberanía popular. Porque lo público es el ámbito donde, en teoría, toda la ciudadanía participa de principio, sin exclusiones y sin distinción de clase, de origen o de sexo. Lo público es el espacio de la igualdad, la libertad y la fraternidad.

Lo “privado” corresponde, en cambio, a la propiedad particular del patriarca-patrón, lo que cada quien posee y gobierna por sí mism@. El espacio de lo privado es el sistema del mercado y la hacienda, la cosa social de la fábrica y la casa, de la riqueza propia y la familia; el orden de gobierno material concreto mediante el dinero y la propiedad privada. En contraste, lo “público” es el sistema del poder del estado del patriota-político y la cosa-discurso del opinar-crítico, lo común esencial; el sistema del estado y la opinión pública; el orden de gobierno intelectual concreto del capital social y la información.

Desde la separación de lo público y lo privado, estas tres instancias de gobierno – mercado, estado y opinión pública — sobredeterminan el funcionamiento general de lo colectivo y lo personal; son la forma general de lo social (grupo) y lo subjetivo (yo).

El mercado, lo privado esencial, generó al estado, lo público esencial, para regular de manera tan objetiva como sea posible su crisis permanente y sus contradicciones inherentes. El estado es un ideal de gobierno trascendente para el mercado, y esta separación del estado y el mercado provocó la aparición de la opinión pública como forma de vigilar y controlar el funcionamiento de ambos, una tercera instancia para resolver sus conflictos y dirigir sus acciones.

Sin embargo, el cambio de siglo, la aparición de las nuevas telecomunicaciones y la invasión del panóptico como tecnología urbana y casera, son efectos que han hecho desaparecer casi por completo el espacio de lo privado. De repente parece que todo se ha vuelto público, que todo lo puede invadir la socidad de la información y el espectáculo. Tales son buenas razones para pensar de nuevo y con mucho cuidado qué es lo que entendemos y vivimos como lo privado, para así poder establecer de forma demócratica lo que debe ser ese espacio de existencia en que se funda nuestra libertad personal y nuestro valor como ciudadan@s.

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