Editorial

A mar revuelto ganancia de oportunistas. Esto de las marchas en nuestra ciudad se ha vuelto un galimatías del cual sacan provecho vivales, lidercillos, politiquetes y uno que otro viejo güey. Cada quien y cada cual jala agua para su molino.

En marchas de veras ciudadanas, donde la conciencia política es manifiesta el gobierno continua con la añeja práctica de los infiltrados vandálicos (algunos, se ha descubierto, integrantes de nuestras corporaciones militares), para justificar la represión y el ataque a los ciudadanos. Ahora hay marchas amorfas apoyadas por el primer mandatario del país.

Ante esta incertidumbre, retomamos el texto de un poeta urbano publicado hace unos días en su Blog Postales de la Ciudad.

A los capitalinos nos dicen en tono ofensivo “chilangos”, sin embargo todo provinciano anhela venirse a la mole de concreto (y basura), y la mayoría de los habitantes de esta ciudad desea irse un buen rato a la provincia y siempre abrigar la nostalgia del otrora Distrito Federal.

Pues sí, a pesar del smog, la basura, el tráfico y el tránsito, la neurosis  galopante y el triste panorama de las desigualdades, hay días que amanecemos amando la ciudad y nos parece bella dentro de toda su incongruencia. Entonces miles de edificios se levantan ante nuestros ojos y en ese horizonte nos atrevemos a pensar en un futuro mejor.

Un futuro forjando por todos; la voz ciudadana, la participación de la sociedad civil frente al descredito de nuestras instituciones, el cual se han ganado a pulso. Alguien cree en Hacienda, Seguridad, La Suprema, Diputados, Delegados y etc…etc…?

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